LOS NIÑOS Y LA DEMOCRACIA
Por: Orlando Cárcamo Berrío
(Publicado en el diario El Informador el dia 06 de enero de 2008. Para leerlo en ese periódico, dé clic AQUÍ)
Cierto día fui a la escuela de mis niños, Jesús Orlando y Daniela, a llevarle unos afiches a Daniela para promocionar su candidatura a personera de la escuela. Una escuela privada que está al alcance la capacidad de pago de un padre profesor. En la entrada de la escuela pude ver cantidades de afiches multicolor al estilo de los afiches de candidatos a las corporaciones públicas.
Los que yo le había diseñado a Daniela eran a blanco y negro, en hojas tamaño carta, con una foto graciosa de la niña y los datos necesarios. Lamenté no haber reemplazado mi dañada impresora Photosmart 1115 por otra a colores. La impresión Laser de los afiches que yo le llevaba, de verdad que era superada ampliamente por el tamaño y el colorido de los afiches de otros niños.
Estando en el patio del colegio, a la hora del recreo, vi que un grupo de niños perseguía a otro chico que corría con una bolsa grande. el niño repartía dulces a sus compañeros. Uno de los niños le dio a mi hija uno de los dulces recibidos. Con sorpresa noté que el caramelo traía una etiqueta pegada la cual invitaba a votar por el mismo niño que repartía los dulces.
Dialogando con las amiguitas que formaban el grupo de apoyo de Danielita, una de ellas me advirtió que mi niña iba a perder las elecciones porque no había repartido ningún dulce ni regalo. Fue un momento duro para mi puesto que a vuelo de pájaro pude ver unos trecientos niños que multiplicados por el valor de cada dulce o regalo daba como resultado una suma importante de dinero que yo estaba necesitando para otros gastos. Mi preocupación aumentó aún más cuando el pequeño Jesús Orlando, en ese entonces de cinco años, me dijo que el no quería votar por su hermanita sino por una niña que le había regalado un paquete de "chitos". Definitivamente, me dije a mi mismo, no puedo enseñar a mi hija a comprar el voto de los electores. No voy a hacer ninguna inversión en regalos, pensé. Luego, se me acercó un hombre que había sido mi alumno en la universidad y me dijo que su hijo también estaba aspirando. Lo llamó y me lo presentó. Era el mismo niño que corría repartiendo dulces hacía pocos minutos.
A los días, en una reunión de padres de familia, expuse el problema a otros padres y madres y me enteré de que no solamente reparten dulces los niños aspirantes. Sus padres suelen organizar fiestas, paseos, integraciones y toda suerte de reuniones sociales para promocionar la candidatura de sus hijos. Esta es la situación no solamente de la escuela de Jesús Orlando y Daniela sino de otras escuelas más.
Esta situación me preocupa sobremanera ya que con esas actitudes y practicas, los niños se preparan desde muy temprano a comprar el voto a los electores mediante dádivas. Esta práctica enseña desde muy temprano a los niños electores a vender el voto. Igualmente les inculca que para votar hay que obtener algún tipo de prebenda.
Se puede apreciar entonces que la escuela, antes de ser una institución que promocione el cambio en las malas costumbres sociales y políticas, se constituye en un reproductor o promocionador de los antivalores que caracterizan nuestro sistema político
La sociedad tiene que reaccionar ante estos vicios que se están dando en las escuelas ya que tienden a reproducir el sistema de corrupción política del estado. Debemos reaccionar con fuerza ya que la escuela está llamada a formar a los alumnos en los valores democráticos y a superar, a través de sus procesos, las tendencias negativas de la sociedad actual.