EN BUSCA DE UN FUTURO MEJOR
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El sol apenas salía en el horizonte y su reflejo en el agua del mar encandilaba los ojos de María que no llevaba puestos lentes para nadar ni crema antisolar para evitar las quemaduras en su rostro. No había salido a nadar esa mañana como acostumbran las personas que viven cerca de las playas del mar Caribe y se ejercitan en sus diáfanas aguas. Tampoco llevaba puesto vestido de baño sino la ropa del día anterior.
No nadaba por recreación sino por supervivencia. Se encontraba en alta mar, a mitad de camino entre la península de Paraguaná, Venezuela, y la isla de Curazao, en medio de una mancha de gasolina derramada que hacía más brillante el reflejo del sol. Flotaban a su alrededor pipas de gasolina, chalecos salvavidas y algunas otras cosas que no se hunden. Junto a ella, aferrados a las pipas flotantes quedaba la mitad de sus compañeros que sabían nadar. Todos, temblando de frío y del miedo de convertirse en desayuno de tiburones.
Maria formaba parte de un grupo de ciudadanos colombianos que en busca de un futuro mejor, decidieron entrar ilegalmente a la isla caribeña para trabajar y regresarse tiempo después con ahorros suficientes para vivir mejor en Colombia. Con el mejor pasaporte de todos, el dinero, pudieron atravesar la frontera y llegar a La Vela de Coro, poblado costero en la Península de Paraguaná. Allí hicieron el contacto con una red de traficantes de personas que por mil dólares cada uno los llevaría en lancha a Curazao. Como era una operación ilegal había que zarpar de noche para llegar en la madrugada y no ser detectados por los guardacostas.
Aproximadamente a las tres de la tarde del día siguiente a la partida una pequeña lancha de pescadores se acercó a cierta distancia pero éstos no recogieron a nadie por temor a que todos los náufragos, por el pánico de morir ahogados, quisieran abordar la lancha y el sobrepeso la hundiera. Prometieron avisarle a la guardia nacional.
A las cinco de la tarde, el temor de una muerte segura en el mar caribe se disipó cuando el grupo vio aproximarse un helicóptero de rescate de la guardia nacional. Todos fueron rescatados y llevados a un hospital en tierra. Al día siguiente fueron trasladados a una cárcel y, después de días humillaciones por ser indocumentados, fueron deportados a Colombia por el puesto fronterizo de Paraguachón, en La Guajira.
María fue en busca de un futuro mejor y regresó al punto de partida, deportada, humillada y con las huellas de la tragedia en su cuerpo. El agua salada, la gasolina derramada y el impacto del sol le provocaron grandes manchas en brazos, senos y caderas.
Es muy incierto, inseguro y hasta trágico el destino de las personas se que se aventuran a viajar indocumentadas a otros países a buscar un futuro mejor. Generalmente son víctimas de redes de traficantes, funcionarios corruptos y en el viaje sufren todo tipo de penurias y humillaciones. Lo que en un momento es el sueño de un futuro mejor termina convirtiéndose en la certeza de una realidad peor que la que vivían en Colombia.
Comentarios
ena gaviria
Jue, 08/01/2009 - 15:35
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ena gaviria
lastimosamente esa es nuestra realidad, la busqueda de mejores condiciones de vida se ha convertido para muchos colombianos en un sueño, las condiciones de vida digna en Colombia es para unos pocos que han contado con suerte de tener un buen empleo, o negocios particulares, a mi manera de ver el estado está muy lejos de brindar condiciones de vida digna a la mayoria de colombianos que sobreviven con un salario mínimo tan degradante como el nuestro. y en la mayoria de los casos ni eso tienen, lo que les obliga a pensar en aventuras como estas que terminan degradandolos y humillandolos
esta es mi opinión