EN DEFENSA DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA Y DE LA CONSTITUCION NACIONAL

  • Posted on: 28 November 2019
  • By: ocarcamob
libertad de consciencia

Por: Orlando Cárcamo B.
(Publicado originalmente en Facebook el 10 de febrero de 2019).

Cuando el fanatismo de quienes gobiernan actualmente a Colombia se lleva por delante el derecho humanitario internacional y la Constitución Nacional, se hace obligatorio que los ciudadanos colombianos, los académicos y los intelectuales salgamos en defensa de esos valores.

Negarle la entrada a Colombia a un cantante por sus ideas políticas, es un acto dictatorial y una muestra de intolerancia ideológica. Pero más que intolerancia ideológica es un acto de suprema ignorancia o desconocimiento de la esencia del arte y la cultura. Recientemente Migración Colombia por ordenes del gobierno Ivan Duque negó la entrada a Colombia del cantante Omar Enrique quien había sido convocado para participar en la edición 2019 del Carnaval de Barranquilla. Según ellos por “nexos con el gobierno de Nicolás Maduro”. En 2017 le cancelaron la participación en Rock al Parque de Bogotá al roquero venezolano Paul Gillman por la misma causa: “nexos con el gobierno de Maduro”. Nexos que se reducen a interactuar con su canto en presentaciones públicas con el presidente al mejor estilo de Silvestre Dangond o Pipe Peláez con Ivan Duque. Sería igual de injusto que a Silvestre Dangond o a Pipe Peláez les negaran la entrada a Venezuela u otro país por haber cantado con Ivan Duque o haberlo apoyado políticamente o haber recibido apoyo del gobierno colombiano. Una cosa es el arte y otra es la política.

Desconocen los fanáticos que están gobernando a Colombia que los cantantes y los músicos están por encima de la política. Los cantantes no le cantan a un partido o a una ideología. Los cantantes le cantan a la humanidad, al amor, a la vida, a la naturaleza, a los pueblos, a los hombres y a las mujeres sin importar sus partidos o sus ideologías. A un concierto musical asisten personas de diferentes tendencias políticas porque lo que los convoca no son las ideas políticas del cantante sino sus canciones, su música que es universal. Igualmente desconocen el significado profundo de lo que es el Carnaval de Barranquilla, una gran fiesta internacional en donde se unen las culturas y los pueblos sin discriminación por tendencias religiosas, económicas o políticas.

Parece que quienes gobiernan a Colombia no se han leído la Constitución de Colombia y si se la leyeron la olvidaron. Sin embargo, el desconocimiento de la ley no justifica su incumplimiento. Desconocen estos señores los artículos 9, 18 y 20. El artículo 9, establece que “Las relaciones exteriores del Estado se fundamentan en la soberanía nacional, en el respeto a la autodeterminación de los pueblos”. Ello quiere decir que el gobierno de Colombia no debe entrometerse en los asuntos internos de los vecinos salvo para mediar por el diálogo y la paz pero nunca para intentar quitar y poner gobiernos. El artículo 18 plantea que garantiza la libertad de conciencia. Ello quiere decir que “nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia”. Es notoria la violación de este articulo cuando se niega la entrada a Colombia de un artista por sus creencias políticas. El artículo 20 expresa que en Colombia “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones” y se añade al final que “no habrá censura.” Los cantantes Paul Gillma y Omar Enrique fueron victimas de censura por motivos políticos.

Estas violaciones constantes de la Constitución Política de Colombia tiene un efecto pedagógico negativo en la población colombiana. ¿Por qué? Porque ante tantas violaciones de la constitución por parte de quienes nos gobiernan, los ciudadanos pueden llegar a pensar que es normal y permitido pretender tumbar el presidente de un país vecino, que es normal y permitido censurar a los artistas por sus creencias políticas, que es normal y permitido arremeter violentamente contra quienes piensan diferente. En otras palabras, los malos ejemplos de nuestros gobernante están legitimando la intolerancia y ésta es un caldo de cultivo de la violencia.