CÓMO VIVIR EN MEDIO DE APAGONES ELECTRICOS

 Por: Orlando Cárcamo
 

¿Cómo sería la vida humana sin la electricidad? En Riohacha nos lo hemos preguntado y lo hemos vivido en carne propia. El más reciente apagón de noviembre de 2005 nos obligó a dormir durante tres noches bajo la más espesa oscuridad y bajo las peores incomodidades.

Este hecho presenta una buena oportunidad para reflexionar acerca de la excesiva dependencia que el hombre de nuestra época tiene con la electricidad. La electricidad ha elevado nuestra calidad de vida a niveles nunca antes sospechados por el hombre. Sin embargo, el lado negativo de esta influencia es la excesiva dependencia. Le hemos dejado a la tecnología, con su cantidad de aparatos para todo, el control de nuestro tiempo, sentimientos y hasta el dominio de nuestro propio cuerpo. No podemos vivir sin un ventilador que nos refresque constantemente en espacios cerrados y abiertos, tampoco podemos dormir sin tener uno al pie de la cama o hamaca. Otros no pueden vivir sin su aire acondicionado en el auto, en la oficina, en su casa y por supuesto en su habitación.

Cuando ocurre uno de estos constantes apagones nocturnos, con frecuencia decimos que hemos tenido una “noche de perros”. Significa que no pudimos dormir bien por incomodidades como el calor, el sudor, la oscuridad que nos atemoriza y el ataque despiadado de los mosquitos.

Debemos recobrar los conocimientos que nuestros abuelos, en zonas rurales, desarrollaron para defenderse del calor y de los insectos voladores. Comencemos por recobrar una arquitectura de clima cálido en donde las casas se construyan para que circule libremente el aire fresco del exterior. Casas espaciosas y de materiales apropiados para la baja reflexión del calor. Por algo las casas coloniales de Cartagena, Santa Marta y Riohacha tienen cielo rasos altos y de madera, cuartos espaciosos y techo  de tejas. En estas casas a medio día se siente cómo baja la temperatura. Al contrario, al entrar en una de las casas que se construyen en la actualidad se nota que sube la temperatura. La razón: espacios reducidos y con poca ventilación natural, cielos rasos (cuando los hay) que usted puede tocar con la punta de sus dedos, y para colmo, el techo de “Eternit” o asbesto que irradia hacia abajo todo el calor que recibe del sol. Tomemos también elementos de la arquitectura habitacional de los indígenas wayuú nativos de La Guajira. Los ranchos de techo de yotojoro o palma, sin paredes, son una buena alternativa para dormir o descansar en hamaca sin el acoso del insoportable calor.

¿Qué hacer con los zancudos? Hay que volver a utilizar los románticos toldos para que los insectos nos dejen dormir. Si los toldos son incómodos entonces protejamos nuestras viviendas con malla fina en la ventanas y puertas y… problema arreglado. Bueno, un buen repelente nunca está demás.

¿Y cómo suplir la ausencia de la televisión? Ese sentimiento de soledad y de que algo nos falta, producido por la falta de televisión, lo podemos vencer fácilmente con la buena conversación. Aprovechemos el apagón para hablar con nuestros hijos y demás miembros de la familia. Estas conversaciones en familia o con amigos son efectivas para reencontrarnos con nuestros seres queridos porque la TV se ha convertido en un obstáculo para la buena interacción familiar. He tenido la oportunidad de pasar varios días en casa de un amigo que no tiene televisores en su casa (no precisamente por falta de dinero) y he experimentado el efecto que la conversación tiene en la unidad familiar y la integración de la familia con amigos. Sus niñas, su esposa, incluso el bebé, comparten horas de sana conversación que integra al visitante.

Si realizamos el ejercicio de reflexión que aquí se sugiere de seguro que llegaremos a un conocimiento importante para hacer nuestra vida menos dependiente de la electricidad o al menos más tolerable la ausencia del fluido eléctrico.